Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

Pilar

Un triste verano
Pilar Bamba



En mitad de un mes de agosto en el que la ciudad está vacía de la mayoría de las personas que me rodean, la soledad externa me ayuda a interiorizar y penetrar en mi soledad interna. Cuando era pequeña y adolescente contaba los días para que llegaran las vacaciones, los tachaba del calendario, era el tiempo de la libertad, de terminar de estudiar, de poder estar con tus amigas, de los primeros amores, del olor nocturno de las flores, de los sueños. En esos sueños siempre existía una esperanza, la de encontrar ese amor que supera todas las circunstancias, el calor del verano todavía acentuaba más esa necesidad y a veces aparecía, pero era eso, un amor de verano pero te hacía tan feliz, cada momento, cada mirada y cada palabra era recordada durante todo un año para poder resistir el día a día y su rutina.

Cuando te haces mayor, es la rutina del día a día la que persiste en el verano, ya no esperas esos encuentros en las noches calurosas en cualquier plaza o jardín, porque la vida ya te ha hecho perder la ilusión de las cosas sencillas.

Poco a poco vas pasando veranos, otoños, inviernos y primaveras, intentando sentir de nuevo esa sensación de deseo de que llegue ese momento mágico de los primeros años adolescentes, pero esos momentos, que a veces llegan, no te permiten vivir todo el año ilusionada hasta volver a vivir otro igual. Cada vez es más difícil sentir esa emoción del encuentro que pervive para que la vida sea más liviana. Pero, entonces un verano, no sólo no llegan esos momentos, sino que vives de ilusiones rotas, sientes el engaño en tu piel, buscas constantemente esa antigua sensación de tierna felicidad, de calurosa tranquilidad que te proporciona el sentir, pero no la encuentras, empiezas a buscar el tesoro, en los caminos diarios, en los paisajes extraños, en los lugares lejanos, pero aunque hayas hecho montones de hoyos, nunca aparece el tesoro, ni siquiera una parte de él, pero no se puede parar, la vida es la búsqueda continua, la esperanza de que el pequeño grial algún día aparecerá.

Un día, en uno de esos agujeros en los que estás metida aparece esa parte del tesoro que buscabas, quizás es una pequeña parte, pero tiene mucho más valor para ti que el mayor cofre lleno de joyas y tu ilusión se ve de nuevo compensada, vuelves a soñar en las noches de verano con el día siguiente, vuelves a sentir el miedo a que se consuma y tengas que empezar de nuevo tu recorrido, pero te proporciona tanta felicidad que nunca piensas que lo que has encontrado, realmente, es un sueño, un sueño que día tras día vas creando y le vas añadiendo alicientes nuevos, creyendo que va a crecer y te va a hacer más feliz, pero ¿cómo soñar con un sueño?, ¿cómo vivir la rutina diaria basándote en él? Llega el día en que despiertas pensando que has vivido el sueño dentro del sueño y la realidad vuelve a tu vida, ya no hay noches de verano, ni estrellas fugaces, ni amores de fantasía. Despiertas y dices: ¡me he vuelto mayor!, necesito un tesoro real, voy a volver a seguir caminando y voy a seguir ahondando para que aunque tenga que profundizar mucho más quizás encuentre el tesoro real; pasas días caminando, meses viajando, años empleados en la búsqueda y cuando te topas con Él, ¿qué haces? Estás tan aposentada en esa realidad a la que te ha llevado la vida que crees que para que el tesoro no se te vaya de las manos, tienes que guardarlo a buen recaudo.

La vida te ha engañado, los tesoros nunca se deben guardar, se deben devolver al lugar en donde fueron encontrados, sólo puedes tener la satisfacción de que la dura búsqueda ha dado resultado, al fin ha aparecido, pero debes pensar que hay otras personas que también lo están buscando y tienen el mismo derecho que tú a encontrarlo.

Si coges el tesoro, es difícil no gastarlo en comprar todos tus sueños, todos los que no has podido vivir en la realidad y te decides a realizarlos; pero los sueños no se compran, el tesoro son ellos mismos, ni el amor, ni la amistad ni la ternura pueden ser comprados, son tesoros en sí mismos y deben de repartirse entre todos los buscadores de sueños.

Si dejas el tesoro en el lugar encontrado, tienes la satisfacción de haberlo visto, de haber sentido esa sensación desbordante de encontrar algo que no todo el mundo tiene la suerte de encontrar. No sufres si lo pierdes, puedes recorrer de nuevo el camino y si nadie lo ha cogido puedes volverlo a ver, volver a sentir esas sensaciones que desde muy pequeña no tenías.

Pero casi todos caemos en la tentación de poseer lo encontrado, de intentar que nos proporcione esa felicidad que desde hace tanto tiempo no disfrutamos, pero los sueños se van gastando, el tesoro se empequeñece y no somos capaces de devolverlo y de compartirlo y por tanto se acaba.

En este cuento de hadas, aparecen a veces otros personajes que nos ayudan en el camino hacia el lugar adecuado, seguimos sus consejos, confiamos, nos entregamos y juntos compartimos sueños y aventuras, pero siempre algunos de los personajes tiene pensamientos diferentes sobre cómo deben administrarse los sueños, cómo repartirse el tesoro, cómo vivir el cada día sin temor y entonces es cuando surgen los duendes malvados que penetran dentro de nosotros y nos convierten en verdaderos diablos, dispuestos a luchar por nuestra independencia para la administración de nuestra felicidad. Estos duendes nos inculcan el engaño, la rabia, el odio, transforman el amor en pena y la pasión en lujuria, consiguen destrozar los sueños a los soñadores y te llevan no al camino anterior, lleno de hoyos donde encontrar otro tesoro, sino directamente al hoyo más profundo de donde te será muy difícil salir.

La historia acaba mal, pero es la vida, nadie nos prometió felicidad eterna, ni que nuestros sueños se harían realidad, fuimos nosotros mismos los que creímos que la inocencia del principio de nuestra vida podría durar siempre, que la confianza en los compañeros de camino era lo natural y que el amor traspasaba todas las fronteras, pero no fue así. La vida nos dio la vuelta y nos encerró en el hoyo para siempre, ¿se puede soñar en ese lugar?



_____________________

Descargar Fichero

Anotado en Diario | Permalink