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Restauran ropa de Frida
El Universal (México) [ domingo 8 de enero de 2006 ]
Se restauran unas trescientas piezas del vestuario de la artista mexicana Frida Kahlo descubiertas en 2004.
México de un vistazo.
Las casi 300 prendas de vestir de la pintora Frida Kahlo, que este año cumple 100 años de su natalicio, entre las que figuran huipiles, blusones, enaguas, listones y otros ornamentos, demuestran que le atraían especialmente los colores brillantes, propios de la tradición indígena mexicana.
Las prendas, descubiertas en junio de 2004, proceden de Oaxaca, Michoacán, Puebla y Guatemala y fueron sacadas a la luz del ropero de su baño, donde estuvieron medio siglo.
Frida, como le llamaban sus allegados, era una mujer alegre y coqueta que gustaba de vestirse y posar para la cámara, nació el 6 de julio de 1907 y murió en esta capital el 13 de julio de 1954.
En dos ocasiones fue esposa del célebre y famoso muralista mexicano Diego Rivera, quien vino al mundo en la ciudad de Guanajuato el 13 de diciembre de 1886 y falleció aquí el 24 de noviembre de 1957.
Las prendas, como bolsos, ornamentos y otras piezas del ajuar de la pintora mexicana más conocida en el mundo, son restauradas ahora por las especialistas Magdalena y Denise Rosenzweig, como parte de un proyecto que incluye la publicación del libro El Ropero de Frida, que estará listo a mediados de este año, cuando se celebra el centenario de su natalicio.
"La ropa ha revelado además, que Frida Kahlo no era tan chiquita como algunos creían", pues de acuerdo con las mediciones que han realizado dichas restauradoras, la artista medía poco menos de 1.60 centímetros de estatura y tenía 40 centímetros de hombro a hombro, 86 de busto, 81 cadera, 64 de cintura y el diámetro de su cuello era de 35 centímetros.
En entrevista, la restauradora Denise Rosenzweig señaló que "su ropa nos dice que Frida era una mujer muy alegre en cuanto a su vestimenta, por el colorido que usaba, realmente disfrutaba el vestirse, para ella el vestir era muy importante, se decoraba diariamente, se vestía y le encantaba posar en fotografías".
Como en cada imagen en la que aparece o en las obras en las que se pintó, Frida sentía especial predilección por lo mexicano, y así lo demuestra su guardarropa.
La historia que ahora comienza a ser revelada inicia cuando es abierto el baño de Frida, en la Casa Azul de Coyoacán, el cual permaneció cerrado por orden del propio Diego Rivera, quien pidió que no se abriera el lugar hasta después de 15 años de su muerte, explicó Rosenzweig.
Cuando se cumple esta fecha, el Fideicomiso que maneja el legado de los artistas y que era presidido por la señora Dolores Olmedo tampoco abrió el baño, por "falta de presupuesto" y de "medidas de seguridad en el museo", por lo que permaneció cerrado hasta hace dos años.
"A nosotras (las hermanas Rosenzweig) nos convocaron como restauradoras, para que fuéramos a dictaminar en qué estado estaba lo que se encontraba ahí y encontramos que había guardado en un ropero cerca de 300 piezas de su ajuar, que incluían piezas del siglo XIX, piezas orientales y una mayor parte de ropa de diferentes regiones de México", comentó.
"Además se encontraron todos sus blancos que incluyen sábanas, sarapes, sobrecamas y accesorios de ella como bolsas, morrales, listones y una colección de batas que usó durante sus diferentes estancias en el hospital", recordó.
Entre la ropa, señaló la restauradora, había unas muy deterioradas, (alrededor de siete a las que se les tuvo que hacer restauración completa), pero en general el ropero estaba bien, salvo algunas que contienen fibras de origen animal, como la lana, pero en general todo su vestuario esta en muy buen estado.
A pesar de ello, a todas las piezas se les hizo un lavado, ya sea en seco o húmedo, y a algunas se les cambiaron las fibras degradadas, se les pusieron soportes con crepelina de seda u horganzas de ese mismo material, se les fijaron hilos y las rasgaduras y se restituyeron algunos bordados.
"En la actualidad -agregó Rosenzweig-, faltan unas 25 piezas por atender, pero están estables después de la desinfectada y el lavado y este año se espera poder restaurar, aunque a todas ya se les hizo un embalaje especial para ser guardadas en bóvedas con control de temperatura y humedad y ya está en condiciones óptimas".
Ahora, la tarea va en el sentido de descifrar la forma como Frida Kahlo se hizo de su ajuar, como definía sus gustos y a partir de qué elegía la ropa que usaba.
De lo que las especialistas están seguras, es que la ropa encontrada, "era su estilo diario porque era una ropa muy cómoda para ella por sus condiciones físicas", producto del accidente que tuvo a los 18 años y que le dejó afectada la columna vertebral, la pelvis y la matriz y de la poliomielitis que le atacó a los 11 años y le dejo la pierna derecha más delgada".
"Como ella usaba corsés, -refirió la restauradora- la mayor parte del tiempo le acomodaban muy bien esas blusas tehuanas y con el problema de su pierna y su prótesis, las faldas largas le acomodaban muy bien".
En el ropero se encontraron también dos capas como de tipo francés, unas tres faldas europeas (que se cree pudieron ser herencia de su madre) y unas 20 enaguas y 20 huipiles de la región del Istmo de Tehuantepec, así como rebozos de Guatemala o tlacoyales de lana negra, de Guerrero.
"Cómo llegaron al ropero de Frida para ser vestidos, es aún misterio, esa es la gran pregunta", señaló por separado la antropóloga Marta Turok, quien elabora un ensayo que aparece en el libro que será editado con apoyo del gobierno del estado de Nuevo León y los museos Dolores Oleado y Frida Kahlo, de esta ciudad.
"Esta cuestión -dijo Turok- es la que hará falta documentar en cartas, testimonios escritos, por ejemplo en la colección hay nueve piezas de Guatemala de los años 30 y sabemos que Diego Rivera tuvo mucha relación con Carlos Merida que iba y venía o con Luis Cardoza y Aragón, quien tuvo cargos aquí y allá, estas son posibles fuentes".
Mérida, quien destacó como pintor, y Cardoza y Aragón, como escritor, nacieron en Guatemala, pero se naturalizaron mexicanos y en esta metrópoli desarrollaron casi toda su obra.
Además, refirió la especialista, "tenía mucha amistad con Concha Michel, activista política muy vinculada al Partido Comunista, quien hizo labor en todo el país, o entre el ropero encontramos una falda estilo campesino de tres holanes que es de Casa Cervantes, tienda que perteneció a Enrique Cervantes y que se encontraba en el centro de la ciudad, a donde pudo haber ido de compras con Diego".
Lo cierto es que el guardarropa de Frida revela no sólo sus características humanas, sino que además habla de un momento en el que ella con sólo 22 años, (edad en la que se casó con Rivera) adopta el estilo y la mexicanidad como una de sus principales características, especialmente si estaba elaborada por manos indígenas.
El grupo en el que se encontraba, señaló Turok, "estaba ahondando en las raíces de lo mexicano, evidentemente se rodeaba de los objetos más tradicionales, en las fotos de las tertulias ella lleva la ropa más étnica que las demás, Frida realmente lo adoptó como un estilo muy personal de ella".
En medio de este marasmo de suposiciones, las especialistas han encontrado que "le encantaban las texturas, le gustaba mucho la seda, lo que ella hizo para su uso diario fue comprar telas de seda y confeccionar faldas rabonas con petrina, pliegues y holgura a las que adicionaba un olán de la misma tela abajo, que le era muy cómodo".
"Ella -enfatizó la antropóloga- realmente tenía una conciencia de su cuerpo, es una mujer de hombros y cintura pequeña, hay mucha coquetería en la forma que usa los rebozos, se sentía muy cómoda ahí, sea un huipil largo o corto o cualquier ropa que ella adquiría".
Su estilo incluía además, indicó, "una mezcla de colores y estilos (lo mismo un huipil del Istmo que una falda de Oaxaca), de texturas, en colores había una gran predilección por el fiucha, el solferino y el morado y muchas de sus combinaciones usaban el contraste, ya sea el verde con el rosa o el morado con el rosa".
En tanto, el pelo lo usaba con trenzas sobre la cabeza, "físicamente usaba tlacoyales de lana negra puestos de manera serpentina sobre la cabeza y que le traían de Cuetzalan y Guerrero, al pelo a veces le ponía el rodete o tlacoyal y sobre él ponía listones o flores frescas, el pelo siempre estaba recogido para las fotos".
Mujer multifacética, llena de inquietudes, terrores, amores y poesía como quedó comprobado en sus obras, hablar del atuendo de Frida es sobre todo, refirió Tiurok, "hablar de su actitud, pues era una mujer que llamaba la atención por su porte, como se desplazaba, como iba completa en una sola pieza".
El atuendo de Frida que es restaurado por las hermanas Rosenzweig, podrá ser conocido paulatinamente cada tres meses en el Museo Frida Kahlo, de Coyoacán, donde se exhiben tres piezas que son rotadas con la intención de preservar la ropa.
El libro que contendrá los resultados del proyecto incluirá además textos de la especialista Teresa del Conde y fotografías de Graciela Iiturbide y Pablo de Aginaco, quienes recrearan las fotografías en blanco y negro que Frida Kahlo se tomó en vida, ahora con todo el colorido de sus vestidos.
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