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PINTURA Y PSIQUIATRÍA
D. José Guimón Ugartechea
Catedrático de Psiquiatría de la UPV
Bilbao, 13 de diciembre de 2004
Hay personas que vagan en un mundo irreal, en un mundo semejante al nuestro. A ese fenómeno se le ha dado en España el nombre –a mi juicio no muy adecuado– de "lo siniestro", algo parecido a la extraña sensación que tiene uno cuando lee la obra de Kafka –que era un esquizoide– o los poemas de Lautréamount, o cuando contempla la obra del italiano Giorgio de Chirico. En concreto, de Chirico –un aristócrata que desde niño fue un hipocondríaco, padeció trastornos digestivos y estuvo muy apegado a su madre– sufrió un internamiento por psicosis cuando tuvo que ir al servicio militar. Instalado en París, se convirtió en el ídolo de los surrealistas. De Chirico sufrió más tarde varios episodios psicóticos; se enfadó con André Breton; regresó a Italia; empezó a decir que la obra que había hecho durante diez años no era suya (tuvo una crisis de identidad); vivió solo; y murió en un hospital "como un loco".
Van Gogh era un psicótico (probablemente sufría una psicosis esquizoafectiva) y también padecía episodios de inquietante extrañeza, si bien cuando ya se había sumido en la psicosis aguda realizó la producción que todos conocemos. Uno de los grandes surrealistas, el pintor y escritor Antonin Artaud, era también claramente psicótico y estuvo internado varias veces. La psicosis facilita en sus inicios la creatividad a los artistas, pero cuando la psicosis o la esquizofrenia se instauran, la calidad de la producción artística disminuye. A pesar de ello, sobre todo los surrealistas se interesaron por el arte de los locos, y visitaban los hospitales –donde entonces los enfermos mentales permanecían años y años–, hasta el punto de que se reunió una auténtica colección de arte psicopatológico que hoy día se conserva en Lausana. Algunos cuadros son de una producción muy rica y extraordinaria, pero en general, aunque son obras interesantes desde el punto de vista del diagnóstico, les falta algo especial y resultan repetitivos.
En realidad, el campo que guarda más relación con la pintura es la depresión. El trastorno depresivo y la creatividad pictórica están claramente relacionados. Además de los tres trabajos estadísticos citados más arriba, existe un estudio muy interesante sobre los quince expresionistas abstractos de la escuela de Nueva York, que tanta importancia tuvieron para la historia del arte después de los surrealistas europeos y de Joan Miró –en quien tanto se inspiraron y que era un psicótico depresivo grave que confesaba que pintaba para salir de su estado de depresión–. De esos quince, consultando la biografía y cotejándola, se concluye que tres se suicidaron, siete estuvieron ingresados en el hospital psiquiátrico, seis sufrieron depresiones y cinco arrastraban problemas con el alcohol. Comparado con las estadísticas de la población, la diferencia resulta enorme.
Un ejemplo de estos extraordinarios artistas es Marc Rothko. Primero pintó de una forma impresionista y después pasó al cubismo. A sus treinta y pocos años murió su madre, se separó de su mujer, padeció una depresión y empezó a pintar los famosos cuadros basados en "los campos de color". Siguió pintando y se hizo famosísimo, uno de los pintores más importantes del mundo. Sin embargo, a los sesenta años sufrió de nuevo una segunda ruptura matrimonial y una depresión muy grave que lo empujó al abuso del alcohol, las drogas y los tranquilizantes. Sufrió un problema vascular, le prohibieron crear cuadros grandes y empezó a pintar cuadros más tristes, con colores sombríos. Se suicidó cortándose las venas. Otro ejemplo que ilustra este campo es la ansiedad mórbida con que se puede caracterizar la obra de Edvard Munch, el famoso autor de El grito, que también era un paciente psicótico.
Los pintores también destacan en el campo de los trastornos de la personalidad. Los pintores y los artistas en general son en sí mismas personalidades diferentes, contestatarias, que, por definición, tienen que ir en contra de lo establecido y destruir los moldes de la generación anterior; son, por tanto, anticonvencionales, frecuentemente de izquierdas, y a menudo llevan vidas desairadas de conducta riesgosa, dentro de lo que se conoce como personalidades de novelty seaking (que buscan la novedad) y risk seaking (que buscan el riesgo).
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